En la carta a los Hebreos 12:14, leemos: «Procuren la paz con todos, y la santidad sin la cual nadie verá al Señor».
Como cristianos, estamos plenamente conscientes de que la obra del Espíritu Santo en nosotros tiene como fin transformarnos a imagen de nuestro Salvador, el Señor Jesucristo. Aunque esta transformación es obra del Espíritu Santo, también hemos sido llamados a colaborar activamente con Él en nuestra búsqueda de santidad.
Por esta razón, el autor de la Carta a los Hebreos nos exhorta: «Procuren la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor». Esta invitación a buscar la santidad implica, sin duda, un esfuerzo considerable. No hay cabida para la negligencia ni para el descanso; tampoco podemos permitirnos tener un corazón poco comprometido.
Se requiere de nuestra devoción absoluta y total para ser como Cristo, que es el objetivo supremo de nuestra vida cristiana. Observen que el autor utiliza la palabra «procuren», que en este contexto significa esforzarse por alcanzar o conseguir algo. Sobre este esfuerzo, el apóstol Pablo escribe en Filipenses 3:12-14, «No quiero decir que ya lo haya alcanzado ni que haya llegado a la perfección, sino que prosigo a ver si alcanzo aquello para lo cual también fui alcanzado por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado. Pero una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está por delante, prosigo a la meta hacia el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús».
Para algunos, buscar la santidad implica un compromiso total. Esto ha llevado a que ciertas personas acusen a los que buscan la santidad con todo su corazón de ser legalistas.
Sin embargo, es crucial recordar la importancia tanto de la gracia como de la disciplina personal en el proceso de santificación. Estas no son realidades opuestas; más bien, se complementan entre sí.
Debo trabajar con todo mi corazón para alcanzar la santidad, dependiendo completamente del Espíritu Santo, quien es el Espíritu de santificación. Él, a través de la Palabra, nos recuerda y reitera hoy la importancia de este esfuerzo: «Procuren la paz con todos, y la santidad sin la cual nadie verá al Señor»